Por Aarón Ormeño

 

La luz roja del semáforo indica el inicio del show de Elvis que estelariza Alejandro Carpio Tello. Previamente ha calentado. En la plaza Francia ha realizado sus respectivos ejercicios para poder cantar y mover las caderas como lo hizo el rey del rock and roll. El verdadero Elvis enloquecía a todos en sus presentaciones, vendía muchos discos y era querido. Este imitador peruano de Elvis solamente busca vender alfajores y la gente también lo quiere. 

Alejandro dice que las personas se le acercan a comprar, pero además le piden que cante alguna canción en particular. También le piden permiso para hacerse fotos con él, lo cual le sorprende. “Vienen jóvenes, personas adultas y también turistas que ven en mí la oportunidad de hacerse una foto con Elvis. Yo me parezco al cantante, pero no cuando era joven, sino cuando ya era mayor”, cuenta.

Por las mañanas se encuentra en la Plaza Francia y por las tarde en el Jr. Washington en el centro de Lima. Su trabajo no solo consiste en caer bien con el personaje. Demanda de esfuerzo físico para cargar un bolso de tamaño considerable lleno de alfajores, además de correr con este de un lado a otro. También requiere de una gran paciencia porque el trabajo de venta es bastante tedioso y poco es el tiempo que tiene para convencer a quienes se detienen frente a la luz roja del semáforo.

Este Elvis mira al Perú con optimismo. Dice que tiene la autoridad para hablar porque vive día a día la calle. Está convencido que los peruanos son personas con muchas ganas de salir adelante, además de poseer un gran ingenio para buscar las oportunidades. Él mismo es un ejemplo de esto. A diario continúa vendiendo sus productos, pero cuenta entre ilusionadas risas que siempre soñará con trabajar algún día en Las Vegas con el personaje que ya le identifica.